Ya lo dice la coplilla que una y otra vez se desgrana cuando la apoteosis llega a la calle del Peso y avanza por las cuatro esquinas hasta desembocar en el inmenso mar de la Plaza Nueva…
Si te llamas Araceli
no llores ni tengas pena
porque Araceli se llama
la Patrona de Lucena.
Y así una y otra vez, entre los gritos de Araceli guapa, el himno una y otra vez repetido, el fandango que se desangra en los balcones, las flores que mueren por Ti. Así, una y otra vez, una y otra vez…
Si te llamas Araceli
no hay en ti cosa más buena
que llevar el dulce nombre
de la Virgen de Lucena.
En la Plaza Nueva, fuego y color, todo se acaba para volver a empezar y, en las hojas gastadas del tiempo quedó el estribillo que se perdió por el ferrocarril, se perdió y no volvió pero ahí queda esa letrilla que se fue por la estrecha vía del ferrocarril…
Siempre sentí que me abrasaba
el tierno amor de tu mirada
Altar del Cielo, mi dulce amor
Tú eres la Madre que quiero yo,
que quiero yo.