La primera se echa a caminar, Córdoba.
Nueve días con sus noches de camino y ya se vió el año pasado, nada ni nadie puede con la devoción rociera, con la de verdad no con la inventada. Todas las hermandades pasaron momentos difíciles pero nueve días de agua son muchos días para calarse hasta los huesos. Este año la lluvia ni está ni se le espera pero el calor por el asfalto y por las arenas será duro pero ¿acaso importa? ya se ha demostrado que no, dando una palmada sobre la mesa y un escarmiento a los de la lengua ligera sobre lo que de verdad es la devoción rociera.
Nueve días con sus noches se irá la hermandad de la ciudad más hermosa del mundo a caminar por las arenas en compañía de San Rafael, su custodio y bajo el manto protector de la chiquita Fuensanta para llegar al son de campanitas hasta la calle Ajolí y hasta las plantas de la que le da el verdadero sentido a este sinsentido. Me lo decía ayer Rafa Carmona: «si nos pagaran por esto nos costaría hasta trabajo pero el veneno que llevamos dentro es el que nos empuja». Es cierto Rafa, esto es un veneno y hay muchas maneras de inocular ese veneno al cual sólo le da sentido la que está en su paso esperándonos año tras año en su altar marismeño.
Córdoba se echa a caminar y cuando Córdoba se va el tiempo se detiene, que se preparen los caminos para la estela que dejará tras de sí el «simpecao» blanco y oro de la ciudad más hermosa del Mundo.